Los edificios comunitarios son, por su propia definición, edificios en los que no puede ni debe primar el egoísmo en ningún caso. Esto se debe a que estamos hablando generalmente de comunidades de vecinos que tienen que poner límites a sus propias libertades para respetar a aquellos que viven a solo un tiro de piedra o a una pared de distancia.
Los límites implican muchas cosas y afectan a muchos ámbitos de la vida: no ducharse de madrugada para que las tuberías no hagan ruidos, no poner la lavadora a primera hora de la mañana por si hay alguien durmiendo, no pasarse con los decibelios de la televisión o de la música que queramos escuchar, no hablar excesivamente alto ni hacer reparaciones a partir de cierta hora, etc. El objetivo es, en definitiva, construir una armonía común en la que todos puedan ser felices. Sí, pero eso implica algo más: preocuparse por gastar dinero cuando la prioridad número uno, el motivo por el que hay que hacerlo, sea el bienestar de uno de esos vecinos; uno que, tal vez, tenga un problema que el resto de vecinos no tiene.
Carecer de movilidad y desplazarse en silla de ruedas puede ser uno de esos problemas. En este caso, el deber de la comunidad de vecinos es reunirse para tomar una decisión que no debería ser meditada por nadie porque es la correcta: instalar una silla salvaescalera para que a ese vecino le resulte fácil subir las escaleras hasta su hogar.
Naturalmente, también hay que tener en cuenta el presupuesto que posee esa comunidad de vecinos en concreto, por lo que es necesario y recomendable buscar más información sobre los diversos precios de salvaescaleras y adquirir aquella que no solo sea la apropiada en cuanto a precio, sino también en lo que respecta a adaptabilidad al tipo de escaleras y de construcción del propio inmueble. Para ese tipo de cosas sí es necesario debatir, pero no para decidir si el vecino sin movilidad debe o no tener la facilidad de una silla salvaescalera.
En mi opinión, es responsabilidad de todos los edificios residenciales, y de las comunidades de vecinos de cada uno de ellos, instalar una incluso aunque ninguno de los inquilinos tenga ningún problema físico. ¿Quién sabe? Quizá el próximo mes, o el próximo año, sí que lo tengan; o quizá los problemas vengan de una visita. Conviene estar preparado.
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